El director de Amnistía Internacional en Irlanda, Colm O´Gorman, se entrevistó con víctimas de derechos humanos de El Salvador
Beatriz, Karina, Blanca, Marleny, Mirna y familiares de otras mujeres que han sufrido y sufren actualmente las consecuencias de la penalización absoluta del aborto en El Salvador hicieron un llamamiento a las autoridades salvadoreñas para que no permitan más injusticias como las que padecieron ellas y dicten leyes que “no se ensañen tanto con las mujeres”, sino que sean “equitativas” y “humanas”.
El director de Amnistía Internacional de Irlanda, Colm O´Gorman, dedicó su segunda jornada en San Salvador a entrevistarse individualmente con víctimas de violaciones de derechos humanos, como algunas mujeres condenadas por aborto y puestas en libertad posteriormente, familiares de mujeres que permanecen en prisión por el mismo motivo y otras, como la joven Beatriz, que estuvo al borde de la muerte al negársele la interrupción de un embarazo de alto riesgo.
Beatriz, cuyo caso dio la vuelta al mundo el año pasado, agradeció todo el apoyo mostrado por la Agrupación Ciudadana por la Penalización del Aborto Terapéutico, Eugenésico y Ético, así como el interés de Amnistía Internacional por la situación de las mujeres en El Salvador. Durante la entrevista con el representante de la citada organización internacional, Beatriz lanzó un mensaje al Gobierno salvadoreño: “Solo pido que no dejen sufrir a otras como yo sufrí, que no dejen que vuelva a ocurrir lo que me ocurrió a mí”.
Asimismo, se dirigió a las mujeres salvadoreñas que puedan estar sufriendo la misma situación que ella padeció para que “no se queden calladas, que busquen ayuda y no sufran lo que yo”. Beatriz, que por su enfermedad no puede trabajar, se mostró contenta de poder regentar un puesto de venta de ropa y volver a la normalidad, aunque reconoció que las secuelas psicológicas siguen estando presentes: “A veces recuerdo todo lo que sucedió y cómo se me juzgó y me siento mal”. Por ello, reclamó más sensibilidad a los hombres que “hacen las leyes” en El Salvador.
“LAS SECUELAS NUNCA SE BORRAN”
Tanto Karina como Blanca explicaron con detalle al director de Amnistía Internacional de Irlanda sus duras historias tras haber sufrido sendos abortos espontáneos. Ambas fueron trasladadas directamente desde el hospital a la cárcel, acusadas de aborto provocado y consentido, lo que más tarde la Fiscalía tipificó como “homicidio agravado”. Ambas, que hoy están en libertad, relataron con lágrimas en los ojos la pesadilla que vivieron en la cárcel, las malas condiciones carcelarias, cómo fueron insultadas y estigmatizadas por otras reclusas, pero sobre todo el dolor que sintieron al “abandonar” a sus hijos en sus casas con sus familiares.
“Fue una tragedia completa”, describió Blanca, quien aseguró que “las secuelas de una experiencia así nunca se borran, es como los terremotos o los desastres naturales que destruyen todo y nunca puedes olvidar lo que ocurrió”. “Una tiene que aprender a vivir con ese trauma, a veces vuelvo a sentir la misma angustia, el mismo dolor, es como si volviera a revivir lo sucedido”.
Las amenazas e insultos que padeció Karina en la Cárcel de Mujeres, así como su situación familiar -su mama se quedó a cargo de sus tres hijos al ser encarcelada-, impactó al director de Amnistía Internacional, Colm O´Gorman, quien consideró este testimonio “muy importante” y destacó el activismo de Karina como “ejemplo” para que otras mujeres en todo el mundo se sumen a la lucha por los derechos de las mujeres.
“Así como tuve personas que me ayudaron, yo también puedo ayudar a personas que lo necesitan”, afirmó Karina, quien permaneció injustamente más de siete años en prisión, hasta que revisaron su pena con la ayuda de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto Terapéutico, Eugenésico y Ético. Esta salvadoreña aprovechó la entrevista con Amnistía Internacional para dejar claro que la ley que penaliza el aborto en El Salvador no afecta por igual a todas las mujeres, “afecta más que todo a la gente pobre”.
SOLIDARIDAD CON LAS 17
“La gente adinerada puede comprar un abogado, hasta un juez si es necesario y a la misma Fiscalía”, ironizó, para concluir mostrando todo su apoyo y ánimo a las 17 mujeres, encarceladas por aborto y que esperan la resolución de la Corte Suprema en relación a la petición de indulto solicitada para ellas.
Ana, la suegra de María Teresa, otra mujer que actualmente afronta en prisión una pena de 40 años tras sufrir un aborto espontáneo y que recibió el lunes la visita de la delegación de Amnistía Internacional en la misma Cárcel de Mujeres de Ilopango, se entrevistó ayer con el representante irlandés. Tras explicar la dura situación de tener que sacar adelante ella sola a su nieto, Ana se dirigió al Gobierno salvadoreño para que haga el esfuerzo de “poner sus manos en el corazón y devolver a este niño a su madre”. Dijo no comprender las injustas leyes que “afectan más que todo a los pobres; un rico se va a la clínica particular y no le denuncian, su caso pasa desapercibido”. “Aquí en El Salvador, la Justicia está en una balanza, pesa más el que tiene que el que no tiene nada”, sentenció la vecina que acompañó a la madre de María Teresa.
Por último, el director de Amnistía Internacional en Irlanda, Colm O´Gorman, agradeció a todas las entrevistadas su “valentía” por compartir sus experiencias, unos testimonios “importantes” de cara a “ver cómo las leyes pueden ir cambiando” y para animar a otras mujeres a luchar por sus derechos. Además de mujeres afectadas por la penalización absoluta del aborto, la delegación internacional también se entrevistó con otras víctimas de derechos humanos, como Nicole Santamaría, víctima de violencia sexual.
En su tercera jornada en El Salvador, la delegación de Amnistía Internacional, encabezada por su secretario general, Salil Shetty, se reunirá con diferentes autoridades institucionales, como el presidente de la Asamblea Legislativa, Sigfrido Reyes, y el Grupo Parlamentario de Mujeres, entre otras, con el fin de abordar la problemática que afrontan las mujeres en el país a consecuencia de la prohibición absoluta del aborto.