Por Lissania Zelaya*
Es cuestión de voluntad, el ejercicio de la sexualidad es un derecho, hombres y mujeres viven sus vidas y relaciones bajo el presupuesto de ser “libres”, el matrimonio ha dejado de ser forzado – legalmente-, las mujeres se casan cuando quieren con quien quieren y donde quieren, eligen sus mejores vestidos, la mejor cena en el mejor lugar, con todos sus invitados y familiares, luego, vienen los hijos (planeados o no) la familia les espera, hay fiestas, alegrías y esperanzas.
Pero ALTO, pongamos en pausa un momento la película de Disney y pensemos:
¿Es ésta la realidad de todas las mujeres y niñas salvadoreñas? ¿Existen niñas y mujeres infelices que cual esclavas en el siglo antepasado se enfrentan a embarazos impuestos, uniones forzosas, violaciones sistemáticas de sus derechos, tratos crueles e inhumanos, sufrimientos y sometimiento a torturas? Claro que las hay, es el caso de las víctimas de violación y trata que cada año van en aumento y que según datos estadísticos encontrados en diversos observatorios de derechos humanos, tienen relación directa con el aumento de embarazos en adolescentes.
Fuentes estadísticas de la PNC dicen que el 79% de abusos sexuales en primer semestre de 2017 fue cometido en contra de menores de 17 años, lo cual nos dice que niñas y adolescentes son las que sufren mayor abuso; sin tomar en cuenta la cifra oscura, que son aquellos delitos que quedan en lo privado para evitar la vergüenza o inclusive para resguardar sus propias vidas.
“1,948 casos de violación fueron registrados el año pasado en todo el país”; la cifra resulta alarmante y más aún cuando descubrimos que niñas y mujeres están siendo violadas por sus mismos familiares o personas de confianza. En El Salvador existen al año 1,948 mujeres, que, ante un embarazo producto de violación, no tiene la capacidad de decidir sobre sus vidas. 1,948 niñas que posiblemente cargarán con una responsabilidad impuesta producto de una violación sistemática a su derechos humanos, sexuales y reproductivos, que siguen siendo continuamente vulnerados por el Estado, al permitir la imposición de una maternidad que constituye una fuente de tortura y grave violación hacia la Vida, dignidad de mujeres y niñas.
La importancia de la Despenalización del aborto en sus cuatro causales, tiene su raíz en la profunda preocupación por la salud mental y física de la víctima, imponer un embarazo producto de un hecho traumatizante y deshumanizante implica una permanente violación de derechos, ignorar su dolor, ignorar su capacidad de decisión y ejercicio de voluntad, es causar en ellas una VIOLACIÓN CONSTANTE, perpetuar el sufrimiento, revivir el trauma psicológico diariamente; constituye una violación a su libertad de ser y una imposibilidad de acceder a sus derechos constitucionalmente establecidos, buscando las garantías y protección del estado, como ser humana así nacida.
¿En qué momento deja la niña de ser una “humana”? ¿En qué momento deja la niña de ser un sujeto de derecho? constitucionalmente en ningún momento, razón suficiente para exigir.
Al estado salvadoreño que legisle en su favor; dejando de lado intereses político/partidarios, dejando de lado apreciaciones y valoraciones de tipo subjetivo, dogmático y religiosos que tanto daño hacen a la sociedad salvadoreña y que por principio democrático deben ser excluidas de las decisiones políticas de un país.
La despenalización del Aborto implica el poder de decidir, el poder de ejercer derechos sexuales y reproductivos, la posibilidad de renunciar a una maternidad producto de violación implica devolverle a niñas y adolescentes la posibilidad de continuar con sus vidas, estudios y sueños, implica un avance en cuanto al reconocimiento de derechos humanos y a nivel legislativo implicaría un triunfo de la aplicación de los principios generales del derecho sobre la tradición moralista y conservadora que ha predominado en nuestra legislación.
Despenalizar el aborto es una necesidad urgente, para garantizar la salud y vida de las mujeres salvadoreñas.