Morena Herrera (*)
SAN SALVADOR – Esta es la pregunta que miles de personas nos hacemos en El Salvador y se hacen en el mundo, hasta cuando los Magistrados de la Sala de lo Constitucional prolongarán el dolor, la incertidumbre, la humillación y la violencia de Estado a la que está siendo sometida Beatriz.
Han transcurrido ya 48 días que Beatriz presentó su Petición de Amparo ante la ilustre Sala de lo Constitucional, con la esperanza que, apegados a derecho, con sentido común y de humanidad, respetarían su derecho a vivir, y permitirían que los médicos del hospital de maternidad, procedieran a terminar con un proceso de gestación que amenaza su vida y su salud, sin temor a ser procesados penalmente.
La espera interminable se hace más angustiosa si ésta transcurre entre las cuatro paredes de una pequeña sala de hospital, si escuchas que prominentes médicos ponen en cuestión si es cierto o no, que el feto que llevas en tu vientre es anencefálico o no, si tiene o no probabilidades de vivir.
La confianza que las diversas pruebas científicas han mostrado se quiebra por momentos, y afectan a cualquiera, mucho más a una mujer con un estado de salud crítico. Pero el mayor dolor, es saber que tu vida depende de la decisión de unas personas que no se identifican con tu situación, a las que les falta todo signo de empatía. Que al mantener la espera están diciendo “tu vida vale menos que la de un feto anencefálico” aun así sea tu hijo. Esta es la humillación a la que está siendo víctima Beatriz.
Los mensajes impositivos de “no lo mates” siguen sonando, como que dependiera de ella las probabilidades de vida de una criatura que ya se sabe que no va a vivir. Pero es que a las personas con posturas concepcionistas, esto no les importa, tampoco los niños que viven y piden en la calle un poco de comida a diario, cierran las ventanas de sus carros polarizados, porque el aire acondicionado es mucho más cómodo que tener que decirles que no, a quienes pretenden limpiarles el parabrisas en el semáforo a cambio de unas cuantas monedas. No, esos no importan, tampoco las niñas que a escasos años son víctimas de explotación sexual, a las niñas madres cuyos partos están ocurriendo a los 10, 11 y 12 años en hospitales públicos. Ese es un problema lejano para quienes dictan moral defendiendo la vida desde la abstracción y la deshumanización. No les importan las vidas cotidianas de la mayoría de quienes vivimos en este país, plagado de contradicciones, desigualdades e injusticias.
La Corte Suprema de Justicia tiene la decisión, mientras enfrente, en la Asamblea Legislativa vuelven la cara para otro lado “pensando esto no es nuestra responsabilidad”, ignorando que es allí donde también hay que buscar las soluciones a este problema.
Mientras tanto Beatriz sigue esperando aferrada a un hilo de esperanza. La mayoría de personas en El Salvador respaldamos su petición porque es justa. Porque tiene derecho a vivir.
¿Será posible que no escuchen Señores Magistrados? ¿Habrá justicia para las mujeres en El Salvador? ¿Habrá justicia para Beatriz? ¿Hasta cuándo tenemos que esperar?
(*) Columnista de ContraPunto